Volver al hogar

Desde que comencé a publicar este blog he pretendido sintetizar en él mis opiniones sobre diferentes temas. La intención derivaba de mis múltiples intereses, pero era una tarea imposible. Lo era tanto por la naturaleza misma de la motivación, porque siempre estuve relacionado con otros proyectos que consumían mi tiempo y además porque siempre sentí que este blog no era más que un repositorio de las cosas que escribía para otros medios de comunicación. Aun así, estaba seguro de que en algún momento este espacio podría convertirse en un lugar al que regresar para escribir bajo la protección de la irrelevancia. Efectivamente, el tiempo de la grandilocuencia “revolucionaria” y de la búsqueda de la influencia mediática se acabó para mí. Ese “mundillo” de los medios de comunicación (nunca el diminutivo estuvo más justificado que ahora), con su falta de humildad y abundante ignorancia, se ha erigido en el juez que decide qué es lo que “el pueblo” desea y necesita.

Sueltas las amarras y abandonado ese puerto, el regreso a casa era inevitable. Sobre todo cuando se viven “tiempos interesantes”, es tan importante saber cuándo replegarse, como saber cuándo actuar. Al menos para mí, volver al hogar es eso, es acallar la voz del ego y su grandilocuencia narcisista; es observar hacia atrás y evaluar el camino andado; es aceptar la pequeñez de nuestra existencia y valorar aquello que fue abandonado al tomar viejas decisiones. El hogar, con su calidez, nos recuerda nuestras inseguridades y nos ayuda a entendernos en nuestra irrelevancia general. Sin duda que ahí nos sentimos seguros y, por lo mismo, es el mejor lugar si es que queremos emprender luego un nuevo camino. Solo ahí podremos realmente recobrar nuestras fuerzas para seguir adelante.

Ahora el momento ha llegado. Aburrido de los medios y de las redes sociales, he regresado a esta página para convertirla en un refugio personal. Podría decirse que este es, entonces, un nuevo comienzo.